Esperaba con ansias verte una vez más, mirarte, contemplar tu pálido rostro, ver tus ojos mortecinos y acompañarte en silencio. Quiero disfrutar de estos últimos minutos junto a ti, para así recordar todo ese tiempo vivido que nunca he de olvidar.
He esperado tanto para verte así, he pasado noches en vela, deseando constantemente y con todo mi ser este preciado momento. Nunca pensé llegar a ser tan feliz, de pie junto a ti me siento dichosa Y llena de vida.
A pesar de ser una persona sumamente egoísta en estos momentos, no me importa, se siente tan bien poder decirte todo lo que siento, todo lo que Callé. Es tiempo de vivir para mi, disfrutar de forma desenfrenada lo que la vida me ha ofrecido, una segunda oportunidad.
No pretendo mentir, tampoco seré hipócrita, Dios me perdone y guarde mi alma, pues nunca he sentido tanta dicha como hoy. Espero que realmente me entiendas y no me juzgues porque a sinceridad llegué a odiar cada parte de ti como no te imaginas, lloré y sufrí en cantidad. Empece a quebrantarme lentamente, olvidándome de todos y de todo, encerrándome en una pequeña caja para así poder asfixiar mis recuerdos, mis tormentos y la dura, oscura e inminente verdad, que ha estado arropando mi debilitado cuerpo y trastornado juicio.
Hoy no pude ver en tu rostro aquel hombre del que me enamore, aquel hombre que permití drenar las esperanzas, las ilusiones y consuelos de mi ser. Ahora eres solo un simple, inofensivo y magullado pedazo de carne. Un simple mortal bajo mis delicados pies. Discúlpame donde quiera que estés.
Te he traído estas rosas rojas, para esparcirlas en tu nauseabunda y repugnante tumba, es lo menos que puedo hacer, porque lo creas o no.. Te amé, alguna vez.
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